jueves, 27 de septiembre de 2007

El abuso de desinformación

Leí ayer en Mar de Preguntas que hoy se había organizado en la blogosfera el día contra el abuso. Es decir, que cada uno en su blog escribiera algo denunciando algún tipo de abuso, lo que fuera. Yo, como futuro periodista y como simple ser que discurre por un mundo muchas veces incomprensible, he decidido hacerlo sobre el abuso de desinformación.

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Vivimos en un mundo cada vez más complejo y cuyos hilos motores son cada vez más intangibles. Habitamos en una época que lucha a contracorriente por avanzar, cuando en muchos lugares y muchas mentes lo que se necesita, todavía, es llegar. Vivimos en una sociedad a la que cada vez le cuesta más comprender a sus semejantes, entender el sufrimiento, entender las diferencias. Pero, por suerte, vivimos un momento en que los medios (todo tipo de medios) pueden jugar a nuestro favor para reconstruir el puzzle, para avanzar y hasta llegar, para hacerlo todo más evidente y algo más fácil. Marshall McLuhan decía que “el medio es el mensaje”, atribuyendo a los medios una gran responsabilidad y asumiendo que el impacto de la información depende de las características del medio empleado y de la utilización que se haga de éste.

Pese a la gran pujanza de Internet, el gran medio de la mayoría de la gente que nos hace vivir la Aldea Global es la televisión. Y quizás ese es el problema. La televisión se instauró como el gran medio por excelencia en la década de los 50, desbancando a la radio y profetizando una errónea desaparición de la prensa. Cincuenta años después, pese a no haber eliminado el resto de los medios, sigue siendo la Biblia del ciudadano de a pié para saber qué es lo que pasa en el mundo. Pero los medios no son autónomos, no cumplen por sí solos la labor de informar y de dar conocer, mediante la reconstrucción fidedigna, la realidad que inunda la Aldea Global.

El medio es el mensaje, y la utilización del medio (por bueno que sea) desvirtuará el mensaje de la misma manera. Hoy en día sólo existe lo que aparece en televisión y la importancia de los problemas que aparecen es la que los medios le quieran dar. Pero el abuso de poder se da en todas partes y de muchas formas, y cuando se trata de información, el poder exacerbado provoca desinformación.

La televisión como líder de público, la prensa (y, a veces, también la radio) como líder de opinión, Internet como líder de libertad... todo liderazgo trae consigo el abuso. La desinformación en los medios (y me centraré en la televisión como medio de mayor alcance sociodemográfico) queda patente en su primer nivel:la selección de información.

Obviamente hay que hacer una criba, no todo cabe en un informativo. Pero éste es el nivel que debería ser más objetivo, ya que en el tratamiento y producción la desvirtuación del mensaje es casi inevitable. Sin embargo, la selección es el punto más fuerte de la desinformación, ya que es el menos evidente. Somos capaces (muchas veces) de reconocer las opiniones camufladas de información, las manipulaciones formales, las mentiras... pero no de ver lo que no se dice, lo que no se cuenta... en definitiva, lo que no existe porque la televisión lo obvia.

Cada día los informativos se asemejan a aquella ya desaparecida revista de sucesos “El Caso”. Es cierto que muere mucha gente en las carreteras y que la violencia doméstica (que no de género ni de sexo ni machista) es un problema evidente, pero también es cierto que esas no son las únicas noticias que suceden en el mundo.

Si le preguntásemos a cualquier persona qué pasó ayer en el mundo nos diría: “Rajoy y Zapatero se pelean, un hombre mató a su mujer, tres muertos en accidente de tránsito, el violador de la Vall d’Hebron está en la calle, siguen buscando a Madeleine, pasarela de Milán, Angelina Jolie estrena peli, 50 muertos en Irak…” Y si le hubieras preguntado el día antes o una semana antes o pasado mañana te diría lo mismo. Nadie sabe qué está sucediendo en el Líbano y por qué (donde, por cierto, tenemos tropas destacadas), nadie conoce los diferentes conflictos y sucesos que se desarrollan más allá de este cerco que los informativos nos marcan. No existe, no sale en televisión. Los informativos nos inundan de noticias banales, o importantes pero repetidas hasta a saciedad, o de reportajes que ya sacaron el año pasado y obvian que en el mundo somos más de 6.000.000.000 de personas y que hay algo más allá del primer día de colegio de la infanta Leonor y de la enésima noticia a cerca del peso de las modelos.

Los informativos tienen que servir para que el ciudadano de a pié conozca el mundo que le rodea, tenga un poco más cerca lo que sucede a su alrededor, se haga una idea del mundo que no puede conocer por si mismo. Hoy en día, los medios nos venden que eso es eso lo que hacen los informativos y nosotros lo creemos. Cuando en realidad, no conocemos ni una ínfima parte de lo que sucede, y no por falta de posibilidades, sino por el sesgo informativo que los medios realizan deliberadamente, bien sea por motivos comerciales, políticos o de intereses corporativos, y que provoca una total desinformación.

La pequeña desvirtuación de la noticia, un mínimo de desinformación durante el proceso de selección y elaboración es inevitable y casi permisible en los medios, pero el abuso que están ejerciendo de ese margen que se les da es inadmisible. Necesitamos medios conscientes de la tarea que están ejerciendo, necesitamos información.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Por mucho que lo intenté, no logré escuchar el trueno

Como dije en la anterior entrada sobre mis pelis malas insalvables, este domingo fui a casa de mi amigo Juanjo a ver una sesión de cine bastante especial. En realidad, la sesión no se llevó a cabo como se había planeado, ya que de cuatro películas, solamente vimos 2’05 filmes. La lista era:


No sé hasta que punto fue una pena no ver las 4, pero seguramente hubiésemos muerto si lo hubiéramos hecho. No importa. Vimos “El sonido del trueno”, “Hackers” y 5 minutos de “Stealth”. Hackers ya la había visto y, aunque tiene tela, no fue lo que más me impactó. Lo que me dejó trastornado y el verdadero motivo de este post es “El sonido del trueno”, una obra... no tengo adjetivos.

Empecemos con las cosas buenas de la película:
No llega a las dos horas de metraje. Fin. Se acabaron las cosas buenas. Bueno, vale, estoy exagerando. “El sonido del trueno” está basada en un relato de Ray Bradbury (que por desgracia no he leído, por lo que no puedo opinar sobre él) sobre los viajes en el tiempo. Un autor de renombre suele ser un seguro para un filme, pero esta vez no. Intuyo que la adaptación ha sido bastante libre, la verdad. Por lo que he leído, lo único que toman del libro es la premisa inicial, todo el nudo de la película, así como los personajes y frikadas varias es de cosecha propia. No es culpa de Ray.

En resumen, la película nos sitúa en el año 2055 donde una empresa oferta safaris temporales. Transportan a ricos cazadores hasta la prehistoria para que vivan la experiencia de matar a un dinosaurio (y se apresuran a explicarnos a los espectadores que eso no cambia el continuo temporal ya que ese dinosaurio estaba apunto de morir sepultado bajo la lava de un volcán). En una de las expediciones, algo sale mal y ese fallo desencadena una serie de extrañas catástrofes en el presente, llegando, si no lo impiden, a acabar con la raza humana. Este argumento básico (aunque no lo parezca) no es tan malo, lo malo llega después. Si alguien con decencia y algún dote para hacer cine se hubiera hecho con este argumento, hubiera hecho una película, al menos, aceptable.

Todo lo malo llega después de este instante. Hasta el momento, habíamos presenciado fallos formales, de guión, fantasmadas, incongruencias, efectos especiales algo cutres... pero todo eso queda eclipsado por el resto de la película. En cuanto empiezan a verse los efectos del error en el presente, toda la película se viene abajo. Ya no nos importaban los diversos fallos de la película, el guión sin sentido, el croma innecesario en algunas escenas, los efectos cutres... ya no nos importaban porque el mayor error era que nada de lo que ocurría tenía sentido. Las secuencias se sucedían sin sentido como si el guión lo hubieran hecho unos alumnos de instituto a trozos, sin haber leído lo que su compañero había escrito hasta el momento. Poco después averiguamos que quizá había sido así.

Como he dicho, secuencias sin sentido, dinosimios, murciélagos dobles con cola de pterodón, olas temporales como tsunamis, el típico negro que se muere devorado, desapariciones sin explicación, un tío en un armario que pedía silencio, una huella porque sí, una anguila gigante que rompía ventanas y tragaba balas, gente asustada por cartas o tartas o zarzas (según quien lo escuchara), más dinosimios, más olas, trozos de cielo de noche, indios y vaqueros...

Y para terminar, vuelta a la normalidad y a los fallos de guión. Se puede aceptar que si alguien hace una película sobre viajes en el tiempo elija sus propias reglas de lo que sucede cuando se viaja en el tiempo, pero no se puede aceptar que el guionista cambie las reglas cuando le sea necesario para terminar la película. Pero no entraré en detalles.

La cuestión es que la película era una serie de despropósitos. Empezaba mal pero con sentido y acababa igual, pero todo el nudo de la película carecía de sentido y parecía, literalmente, que habían montado trozos de otras películas entre medias.

Nuestra desesperación llegó en los títulos de crédito, cuando nos dimos cuenta de que para escribir este guión hicieron falta tres tíos hechos y derechos. Buscas información sobre ellos y encuentras que lo único que les avala a dos de ellos es “Sahara”, una fallida película de aventuras co-protagonizada por Penélope Cruz; y, al tercero de ellos, la segunda parte de “El Rey León”. O_o’

Pero todo empeora cuando te informas sobre el director. El amigo Peter Hyams (además de tener un Razzie al peor director en el año 2000) es el responsable de una serie de películas que quizá pretendieron ser algo, pero que no. “El Mosquetero” (una nueva versión inútil e intragable de la obra de Dumas), “El fin de los días” (una película que ni el taquillero Schwarzenegger pudo salvar xD), “The Relic” (una de esas películas de ciencia ficción que empiezan bien, pero que continúan mal –aunque quizá sea la mejor del director-), “Muerte Súbita” (una de las películas más decentes de Van Damme), “Timecop” (otra de Van Damme y otro intento fallido de película de viajes en el tiempo), “2010, La segunda Odisea en el espacio” (sin comentarios)... dejémoslo.

Total, que creo que tendré que apuntar esta película a la lista de
películas insalvables. Al menos, pasamos un rato divertido los tres que la estábamos viendo. La comentamos, nos reímos, bautizamos a un bicho... Aunque a Lorena sí le gustó...



P.D. Juanjo, ¿sabías que existe Hackers 3?

viernes, 21 de septiembre de 2007

La peor película que he visto es…

Sí, es el momento de confesar esas películas que fuimos a ver al cine, alquilamos o nos quedamos a verlas en televisión que tanto nos avergüenzan, que resultaron ser insalvables, que fueron un desastre y que por nada del mundo volveríamos a ver.

Y no me refiero a esas películas que son malas, pero que no están mal del todo, que se pueden ver; no me refiero a esas. Ni tampoco a la típica “Este niño es un demonio” que intentamos evitar cada vez que TV1 la repone. Ni tampoco a esas que nos negamos a ver porque no son del estilo que nos gusta (y erróneamente calificamos de malas películas). Ni a esas que calificamos de malas porque su bajo presupuesto las condenó a ser un poco cutres. Me refiero a esas películas que son insalvables, que no hay por donde cogerlas; a esas películas que nos arrepentimos de habernos tragado.

Yo, como todo el mundo, he cometido mis errores. En alguno de los casos, no me pareció un error en su momento, pero sin duda lo fue. Yo tuve la osadía de ir a una sala de cine a ver alguna película de esas que antes he calificado como insalvables.

Antes de confesarme, me excusaré. Serán justificaciones malas, pero no hay nada que hacer. Para una, decir que no sé porque fui a verla, que no comprendo porque entré porque en el trailer y demás imágenes en televisión ya se veía el calibre de la película. Para la otra, sólo puedo decir que eran otros tiempos, que en aquel momento no me pareció un error, que incluso tenía ganas de que se estrenase... ay, la juventud...

Ahí voy...

  • La lengua asesina (1996): Una película de serie Z de ciencia-ficción-pseudo-fantástica-comedia-seria de producción hispanobritánica.

    Lo que yo recuerdo es que un meteorito cae en la tierra, y una chica ingiere por error un trozo, por lo que su lengua cobra vida propia y asesina a diversas personas. Sí, lo sé, penoso.

    Según la sinopsis de http://www.filmaffinity.com/ la película va de esto: “Candy, una atracadora de bancos disfrazada de monja, sufre una extraña mutación al ingerir sin querer un pedazo de meteorito. A causa de los poderes incontrolables de la piedra extraterrestre le crece una increíble lengua caníbal que razona y actúa por su cuenta. Johnny, novio de Candy, se fuga de la prisión para acudir en su auxilio, perseguido por un sádico carcelero. Por el camino, Johnny conoce a Rita, una novicia poseída por la energía sexual del meteorito. Todos estos personajes más cuatro caniches transformados en tres drag-queens y un principito gay, media docena de monjas y un montón de presos chocan unos contra otros en el desierto...”

    Os recomiendo la escena de la bañera. No tengo nada más que decir.

  • Spiceworld. The Movie (1997): Una película de género “¿musical-documental?” entorno a las Spice Girls.

    No recuerdo mucho acerca de la película. Ellas haciéndose fotos, cantando un poquito y, por suspuesto, la escena final del autobús (sin duda lo mejor de la película, aún estamos con la intriga de qué pasó con el autobús, xD). Bueno, ya me he excusado antes...

    Según http://www.filmaffinity.com/: "Spiceworld, la película", paradigma del producto de márketing de la industria discográfica, es un musical -sin apenas guión- sobre el famoso grupo femenino Spice Girls. Tras arrasar con sus discos y desbancar a los grupos de chicos como fenómeno fan por excelencia, los productors intuyeron una avalancha hacia las salas de cine por parte de las fanáticas seguidoras del grupo femenino teen por excelencia de los años noventa, y no se equivocaron; en su primera semana en exhibición recaudó 1.500 millones de pesetas en Estados Unidos, colocándose en 2ª posición en el Box Office. Luego vendieron millones de copias en video.

    No sé que decir. Bueno, sí: ¿será la película de las Bratz tan mala como esta?, xD

Estas son mis dos películas insalvables. Es posible que haya alguna otra del estilo, pero mi cerebro decidió eliminarlas. Si queréis compartir vuestra experiencia cinematográfica insalvable, no dudéis en dejar vuestro comentario.

Para rematarlo, este domingo voy a ver una sesión de cine a casa de mi colega Juanjo (que, por cierto, es con quien fui a ver estas dos películas de las que os he hablado, vaya por Dios). Una sesión de cine con unos cuantos colegas siempre es una buena noticia, pero, en esta ocasión, no estoy muy seguro, xD.

Se trata de una sesión de pelis malas. Bueno, no, me explico. Se trata de una sesión “de pelis que pretendían ser buenas, pero que, pese a partir de una buena idea o intención, fracasaron en su intento”. No son pelis malas, tienen algo que las salva y que incluso les aporta algún interés, pero que no consiguieron ser lo que pretendían. Ahora mismo no recuerdo todos los títulos que visionaremos el domingo, así que, tras la sesión, ya haré algún comentario.

Extractos de la película “La lengua asesina”







Trailer de la película “Spiceworld”

domingo, 9 de septiembre de 2007

[Matemáticas] El problema de las puertas


Imaginaos que estáis en un concurso. Tenéis ante vosotros tres puertas. Tras una de ellas se esconde el premio del concurso: 1.000.000 de Euros, tras las otras dos, una cabra en cada una. Debéis elegir una puerta y os llevareis el premio que haya detrás.
Elegid entre la puerta 1, 2 ó 3.
¿Ya?
Bien.
Continuemos.
Para seguir explicando supondremos que el concursante ha elegido, por ejemplo, la puerta número dos.
Tras elegir la 2, el presentador se acerca a las puertas y abre la número 1. Tras ella hay una cabra. En este momento, el presentador os da la opción de cambiar de puerta (de la 2 a la 3) o quedaros con la que habíais elegido.
¿Qué haríais?
Pensad.
Razonad.
Y dejaos llevar por vuestra mente matemática.
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Bien, llegado este punto, la mayoría de gente a la que le he planteado el problema ha dicho que se queda con la puerta que eligió en un primer momento. “Hay las mismas posibilidades, 50% de acertar y 50% de fallar”, dicen. “No importa si cambias o no”, añaden. “Y además, si cambio y luego tenía la buena...” añaden para rematar.

Esta es la deducción más habitual, pero una mente matemática no hubiera actuado igual. En realidad, pese a que a la hora del cambio sólo tenemos dos puertas, las posibilidades de acertar no son del 50%.

Cuando elegimos por primera vez (entre las 3 puertas) teníamos un 66’666...% de fallar (elegir cabra) frente a un 33’333...% de acertar con la puerta que tiene el dinero. 2 contra 1, que dirían los aficionados a las apuestas. 2 puertas con cabra, 1 sola con dinero.

Por tanto, cuando elegisteis por primera vez, teníais más posibilidades de fallar que de acertar. Lo más probable, matemáticamente, es que fallarais y hubieseis elegido una puerta con cabra. En consecuencia, cuando el presentador os da la opción de cambiar la puerta (tras averiguar que en la 1 hay una cabra), lo más lógico sería cambiar, ya que lo más probable es que hubierais elegido cabra en la primera elección.

Obviamente, es todo cuestión de probabilidades. Pese a que lo más probable es que fallarais en la primera elección, cabe la posibilidad de que acertarais. Sin embargo, con un pensamiento matemático (el más idóneo para un concurso de estas características) la opción más acertada sería cambiar de puerta. A no ser que queráis ganar la cabra...