También visitamos el Rockefeller Centre. Yo pensaba que era como un centro comercial de los de aquí, aunque más grande; pero no. Era mitad dentro de edificio mitad al aire libre, con tiendas, rascacielos, una pista de hielo y demás. Tiene un observatorio en lo alto de uno de sus edificios, pero decidimos pasar, ya que era de noche y preferíamos el Empire State, que es más alto.
El mayor fracaso del viaje nos lo llevamos con la
Estatua de la Libertad. Una hora de cola para subir al ferry que nos llevaba hasta la isla (y de quitarte la chaqueta, guantes, reloj y demás para el control de seguridad). Una vez allí hicimos fotos a las vistas de Manhattan, a la estatua y dimos un vuelta al monumento antes de subirnos a él. Allí, otra hora de cola para entrar, y una vez superada la espera, más controles de seguridad (los típicos y un extraño arco como de detector de metales, pero en el que te soplaban un aire que aún no sé que buscaba). Lo malo llegó al subir (por la escaleras, por cierto). No te permiten subir hasta la corona de la estatua, sólo hasta la parte más alta del pedestal donde está subida, así que las vistas desde ahí no se diferenciaban mucho con respecto a las de ras de suelo en la isla. Así que perdimos ahí toda la mañana y no nos gustó mucho: sinceramente, una atracción mitificada.
Wall Street y el
Financial District es una zona interesante, pero menos glamurosa y elegante de lo que se suele imaginar. Justo antes de adentrarse en Wall Street por el sur de la isla, nos encontramos con un toro dorado enorme que nos dejó parados. Nos hicimos una fotos con él y yo no pude resistirme a parar a una mujer y preguntarle la razón de esa estatua ahí en medio. Nada de homenaje a España. Dijo que era un símbolo que representaba la fuerza y el ímpetu que hay que tener en Wall Street.
No cruzamos el
puente de Brooklyn ni hicimos fotos desde él, ya que era un puente increíblemente enorme y corríamos peligro de quedarnos sin pies. Así que hicimos la foto de rigor al puente y a las vistas de Brooklyn desde el puerto, una zona que te hacía sentir como aislado del resto de Nueva York y te recordaba más a Irlanda que a ningún otro sitio.
Pasamos también por el edificio de las
Naciones Unidas, una parada obligatoria y un edificio enorme al que no pudimos hacer muy buenas fotos ya que era de noche y sin buena luz, las fotos salen regular, xD.
En nuestra segunda visita a
Times Square nos pasó algo bastante curioso. Buscábamos un
cine porque nos hacía gracia ir al cine en Nueva York. Lo encontramos después de mucho rato (habíamos pasado por delante el día anterior, pero ni lo habíamos visto,
tantas luces y grandes edificios te nublan la vista). No había ninguna película que nos interesara mucho (aunque fue curioso ver en la Cartelera “El Orfanato”), y cuando ya nos íbamos a ir se nos acercó un chico y nos ofreció asistir al preestreno de una película para hacer posteriormente un test de aceptación para ver qué es lo que gustaba, lo que no y qué cambiar. Obviamente, nos apuntamos, y al día siguiente estábamos en la cola para ver la película. La peli en cuestión se titula “
Mongol”, película de Kazajstán sobre Gengis Khan nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa. Yo pensaba que sería un aburrimiento, pero resultó ser una buena película que nos gustó bastante a toda la sala en general. Luego hicimos el test, en el que nos preguntaron las escenas que más nos habían gustado, que puntuáramos la interpretación, si los subtítulos se entendían o si iban demasiado rápido (allí no doblan las películas, las subtitulan), si nos gustaba el final y cosas así. Fue una experiencia muy curiosa y de la que sin duda no nos arrepentimos (además, fuimos al cine por la cara, sin pagar los casi 12$ que cuesta la entrada y, además, nos dieron palomitas y refresco, jajaja).
Pese a que ya no hay Torres Gemelas, nos acercamos al
World Trade Center. Muchos más rascacielos quedan alrededor del enorme hueco que dejaron las Torres. La verdad es que impresiona ver ese enorme blanco (que no se podía captar bien con la cámara) en una zona tan atestada de edificios. Estaba vallado y con grúas (ya están trabajando en algo nuevo para esa zona). Lo más curioso es una iglesia que hay en la acera de enfrente de donde estaban las Torres. Se trata de
St. Paul's Chappel, una pequeña iglesia con un pequeño cementerio del siglo XVIII que no sufrió desperfectos por la caída de las Torres (ni siquiera un cristal roto). De hecho, en la verja que la rodea, había un cartel que decía que la iglesia había sido testigo del Gran Incendio de Nueva York de 1776 y que había sobrevivido a la caída de las Torres. Una iglesia bonita y chiquitita que contrastaba con el resto de la zona y que era el edificio público más antiguo de Manhattan con uso continuado. Esa es
una de las cosas bonitas de Nueva York. Hay una infinidad de rascacielos y grandes edificios, pero es habitual encontrarse edificios pequeños entre ellos, iglesias, catedrales y viviendas de no más de cinco plantas que alegran la vista, ya que el contraste es fantástico.
Otra de las cosas que nos sorprendió y nos gustó es que no hay aglomeraciones, no te sientes agobiado, la gente no va a todos sitios corriendo y con prisas, te sientes realmente a gusto.
Además de monumentos y edificios, Nueva York es también sus barrios. No pudimos entretenernos mucho por sus calles, pero sí los recorrimos de una punta a otra:
Chinatown (enorme y donde aún persistían restos de la celebración del año nuevo chino, que no presenciamos ya que sucedió unos días antes de nuestra llegada),
Little Italy (agradable, con un sin fin de restaurantes, pero pequeño, ya que gran parte de su territorio ha sido absorbido por los chinos), y los barrios “bohemios” de
Tribeca,
Greenwich Village y el
Soho (que ahí me enteré del origen de su nombre, muy alejado de lo que yo me imaginaba: SoHo, South Houston. Es la zona situada al sur de la calle Houston).
Cada día comíamos en un sitio diferente, pero el día de Tribeca comimos genial en un buffet al estilo anglosajón. Nada de come todo lo que quieras por tanto dinero. Tú vas cargando tu tupper, con lo que quieras (todo muy apetitoso) y luego lo pagas por peso: a tanto la libra de peso. Yo me hinché a poner comida, con la absurda suposición de que una libra debía ser más o menos como un kilo, pero no:
1 libra = 453 gramos.
Nueva York tiene bastantes plazas tipo parquecito. Entre paseo y paseo cruzamos
Washington Square,
Union Square (muy bonita aunque no se aprecie en las fotos) y
Madison Square (que, paradójicamente y para desgracia de nuestros pies, no tiene al lado el
Madison Square Garden, el estadio de baloncesto de los Nicks). El Madison es tan enorme que de ninguna forma se le podía hacer una buena foto.
Vimos dos de las Universidades de la ciudad (no sé si hay más):
Columbia (al ladito de nuestro hotel) y
New York University. La primera es una Universidad como la de las películas: un campus enorme con edificios imponentes y con aspecto muy serio. Entramos a la facultad de periodismo (que es lo que nosotros estudiamos), fundada por Joseph Pulitzer, y dimos una vueltecita por el campus (muy chula la facultad de Filosofía). La New York University es muy diferente, edificios normalitos que cuesta diferenciar del resto, ya que están seguidos pero dispersos en la ciudad: mucho menos glamour, xD.
El penúltimo día decidimos subir al
Empire State. De camino, vimos la
Grand Station (impresionante por dentro y por fuera), y los rascacielos y edificios de alrededor: el MET Life, el Daily News y el edifico
Chrysler. Cuando llegamos al Empire State Building en la misma puerta nos dijeron que no valía la pena subir. Estaba medio lloviendo y había niebla, con lo que la visibilidad era de 0 millas. La verdad es que fue todo un detalle que nos lo dijeran; esto pasa aquí en España y nos dejan pasar para que paguemos y nos llevemos el chasco arriba. Fuimos al día siguiente y sin tantas colas ni tantísima seguridad como en la estatua, subimos hasta
la planta 86 de edificio. Esto sí valió la pena. Las vistas son impresionantes. El eslogan dice que si no has visto Nueva York desde ahí arriba, no has visto Nueva York en absoluto. Y, aunque exagerados, tienen razón.
Sólo visitamos un museo de todos los de la ciudad (no había tiempo para más). Fuimos una tarde después de comer al
American Museum of Natural History (al museo de historia natural). Allí cierran muy prontito y sólo tuvimos un par de horas para verlo. Es enorme y nos centramos en la planta de los dinosaurios.
En general
no es una ciudad especialmente cara. Comer fuera y las compras en general tienen un precio similar al de España. Sin embargo, cosas como los museos (al menos el que vimos) o subir al Empire State, es decir, lo turístico, sí es caro. El museo costó 18 dólares y el Empire 19.
En el
East Side no hay mucho que ver, pero, en teoría, una de las mayores atracciones de la zona es el
Guggenheim. Dejémoslo en que es bastante decepcionante. Es cierto que estaba como de obras y había andamios y tal, pero vamos, nos pareció una gasolinera de las de toda la vida cuando nos cruzamos con el museo.
Hablando del East Side. En teoría, los seis amigos de
Friends viven en este barrio. Teníamos un panfleto donde se anunciaba un tour por lugares de cine y televisión de la ciudad. No lo hicimos, pero buscamos el edificio de Friends por ese barrio. Finalmente lo encontramos, pero en la otra punta de la ciudad. Simplemente está ambientado allí, pero el edificio en cuestión (que encontrarlo fue como buscar a Carmen Sandiego) estaba en Greenwich Village. Fuimos hasta allí e hicimos la foto de rigor (puro frikismo). Como era la hora de comer, nos metimos en The Pink Tea Cup, un restaurante pequeñito de la zona pintado de rosa por dentro, con un montón de fotos firmadas de famosos que habían pasado por ahí. Resultó ser un sitio muy mítico de la zona.
El último día, por la tarde, nos acercamos a
Columbus Circle, en el borde sur de Central Park. Vimos el Carnegie Hall y todos los edificios de la zona. Allí, se nos acercó una chica y nos ofreció darnos
un paseo en calesa por el parque. No quisimos a caballo, pues estos sólo paseaban por una pequeña parte del parque, sino a bicicleta, que nos arrastraba montaditos en el carro por todo el parque. De nuevo, valió la pena. Fue un paseo muy bonito (y encima era San Valentín) y la chica nos iba explicando, durante el paseo, la historia del Parque, las películas que se han rodado en él, los famosos que viven en los edificios de alrededor y muchas anécdotas (y paró en la fuente de Friends para que nos hiciéramos la foto de rigor). Al terminar el paseo y cuando ya
estaba todo visto y nosotros listos para volver al hotel e irnos al aeropuerto, nos dimos cuenta de que teníamos
un montón de calderilla que teníamos que gastar. Pero, ¿dónde? Así que hicimos otra cosa típica que nos habíamos dejado por hacer: comernos un perrito en plena calle como verdaderos americanos. Así que ni cortos ni perezosos, pedimos un perrito y le pagamos con un billete de dólar y con cincuenta centavos en monedas pequeñas. El hombre del puesto ambulante se volvió loco, decía que él no era una tienda y que no aceptaba tanta moneda. Finalmente, prefirió quedarse con la calderilla que cobrarnos solamente un dólar, xD.
Esto y todo lo que me dejo fue nuestro viaje. No salimos de Manhattan, pero es que la mayor parte de las cosas están allí y no daba tiempo en seis días a ver también
Brooklyn,
El Bronx y
Queens. En otra ocasión será. ¡Ah! perdón a todos por este post interminable, jeje.